SOBRE LAS RUINAS, EL CUERPO.
















Registro del performance en el
IX Festival Internacional de Performance PERFOCHORONÍ 2015.




Quiero seguir construyendo la memoria del cuerpo a través de un recorrido: desde un punto A hasta un punto B. El intervalo.

PUNTO A: Provengo de una provincia al sur occidente de Colombia, la ciudad de Pasto. El paisaje de esta ciudad es frío: está hecho de nubes que se posan en las montañas y éstas están pintadas de muchos colores verdes. En este paisaje andino se ubica el volcán Galeras, y Pasto para mí es a pesar de su clima gélido una ciudad de fuego.

He recorrido mi ciudad natal de muchas maneras. Ahora que ya no vivo allá desde hace varios años, me queda extrañarla.

Extraño su tierra. Mi tierra.

La estrategia para dejar el extrañamiento es mandar a traer un par de kilos de tierra en una caja de cartón y recibirla en la ciudad de Bogotá, que es la ciudad donde actualmente vivo. Una vez que llegue esta caja la seguiré trasladando; viajaré con ella por tierra hasta Choroní (estado de Aragua, Venezuela). En el camino quiero encontrar miel de abeja, que será el aglutinante de la tierra, para formar una esfera.

PUNTO B: La acción continuará combinando estos dos materiales para formar esa esfera, una vez llegue a Choroní. Cuando ya haya realizado la esfera saldré con ella en la madrugada, le prenderé fuego y la llevaré hasta la orilla del mar para que se diluyan en el agua como si estuviera pateando un balón.

De esta manera, el cuerpo al recorrer un territorio guardará otras imágenes y seguirá construyendo memoria.

La acción durará desde el momento que haga la llamada por teléfono para traer la tierra y el tiempo que dure el agua llevándose la tierra y la miel.

Requiero de un recipiente grande para combinar estos materiales. Eventualmente un poco de gasolina y cerillos.



POST SCRÍPTUM:

La esfera nunca llegó al mar. Pero caminar acompañada fue como un ensueño. Me dijeron que fue como seguir dormido y que veían a unas personas detrás de una mujer que pateaba una bola encendida por un camino de montaña.
VIAJE ALREDEDOR DEL CUERPO


A las cinco de la madrugada entendí a Tony Smith, el escultor norteamericano cuando se llevó a sus estudiantes de la universidad en su carro por una carretera en obra a dar un paseo nocturno. Más allá de la naturaleza estética de recorrer un no-lugar, para mí, era tratar de habitar el parque de la 78 con 11. Fue un SABER ESTAR en un no-lugar.

Smith escribió en Art Forum en diciembre de 1966 lo siguiente:

"Cogí tres estudiantes y salí en coche desde algún lugar de Meadows hasta New Brusnwick. [...] Este viaje en coche fue una experiencia reveladora. Tanto la carretera como gran parte del paisaje eran artificiales, y por tanto no podían considerarse como una obra de arte. Por otro lado, me produjeron un efecto que el arte jamás me había producido. Primero no sabía de qué se trataba, pero produjo el efecto de liberarme de muchos de los puntos de vista que yo tenía acerca del arte. Parecía como si hubiese allí una realidad que nunca había tenido, una expresión artística. La experiencia de esta carretera era algo que estaba representado cartográficamente, pero que no se reconocía socialmente [...].  No hay modo de enmarcara, tan sólo puedes experimentarla". 

El arte hay que sentirlo, hay que experimentarlo, hay que vivirlo. La carretera desapareció para Smith, y apareció la esencia misma del arte: el asfalto, esa gran escultura y la línea blanca una pintura de gran formato. 

En mi caso, no sé si fue un fracaso o un acierto llevar a mis estudiantes a un parque público para hacer un ejercicio que me ha rondado por algunos días en la cabeza: SABER ESTAR. Un ejercicio de resistencia del cuerpo: resistir al frío, a lo inusual, al hambre, al lugar, a mis órdenes, al silencio al cuerpo erguido, al cuerpo recostado, a la sed, al sueño, al miedo.

El momento en que supe habitar este lugar fue cuando me pude concentrar por pocos minutos en completo silencio. El lugar apareció porque el cuerpo, mi cuerpo dejó de ser permeado por éste. 

Este viaje sobre el cuerpo sobre sí mismo, replegado, habitado en su incomodidad, deshabitado de lo usual hizo que trajera a conciencia cosas que a continuación en una lista pude ver en esas horas de vigilia:

1. El trayecto de la luna sobre el cielo despejado es curvo y no recto. 
2. La ausencia de personas despiertas.
3. Que en la noche todos los gatos son pardos.
4. Que el servicio de bus es hasta la 1:00 de la madrugada y empieza a las 5:00 am.
5. [Me reservo el odio hacia lo que vi].
6. Preguntarme por espacio público.
7. Pensar sobre las irrupciones de lo cotidiano. 
8. Pensar que no hacer nada es un acto contestatario.
9. Pensar en los miedos.
10. El coraje de mis estudiantes.
11. En la resistencia misma del cuerpo dominado por la mente.
12. El cuerpo al desplomarse sobre un colchón.
13. Mis estudiantes hicieron un voto de confianza grande.

Sentí al final de este viaje sobre mi cuerpo un alivio. Un alivio regresar con mis estudiantes completos. Debe ser eso lo que me intriga sobre Smith, si a ciencia cierta, conducir sobre una carretera en construcción se estaba acercando a la muerte porque no sabía a dónde iban a llegar.

A mis estudiantes:

Saray Escamilla
Fernando Zapata
Jeraldin Macías
María Paula Hurtado
Alejandro Ríos
Lina Cruz
Yessica Meneses

Bogotá, Lunes 8 de septiembre de 2014.
Línea
[Ensayo y Ratas con alas]




Una de las primeras cosas que noté al llegar a esta ciudad fue la cantidad de palomas que comían basura en las calles. Desde ese entonces las he llamado ratas con alas. A veces me detenía a verlas por un rato; al principio me daban asco, y me daba cuenta que algunas tenían deformdades en el pico y en las patas, otras caminaban lento porque estaban enfermas,  y una que otra con un ala rota o a punto de morir. Otras veces se abalanzaban a los restos de comida que la gente de los restaurantes tiene la costumbre de tirarles, inclusive, me di cuenta varias veces que se acercaban tímidamente a los vómitos que encontraban y se daban un gran banquete.

Pero hay cosas bellas también en el suelo de las calles de esta ciudad. Como la línea blanca que dejó en la mitad de la calle una señora que hizo mercado en la tienda de la esquina y no se dió cuenta que una de las bolsas estaba rota. No le dije nada, porque las líneas en el piso me parecen bellas.



´
"Línea [Ensayo]"
Acción, Color/sonido, 2'33"
Plaza de Bolívar. Bogotá, abril 14 de 2012.


 
 
"Línea [Ratas con alas]"
Acción, color/sonido, 5'44"
Plaza de Bolívar. Bogotá, julio 13 de 2012.



Mudanza [Nochero]


En un principio creí que podía cargar una mesa de noche y caminar sobre la carrilera abandonada del tren en Fontibón, encontrar y recoger objetos en el suelo y echarlos en la cajonera cuando me arqueara hacia atrás sin quitármela de la espalda. Cuando volví a Bogotá contemplé la idea de cargar ese mueble que, como otros, hacían parte de una mudanza. Buscando el nochero adecuado para mí en varios lugares me di cuenta que es un objeto pesado y que sería difícil llevarlo. Cargar objetos no es solo doloroso cuando no se quiere, si no que es incómodo porque se comprende que están hechos para ocupar un lugar por mucho tiempo, y porque cada objeto para quien lo posee guarda una memoria o un sentimiento. Es así que decidí recoger los bojetos pequeños que encontraba a mi paso y pensar en las historias que podía imaginar: las medias rosadas de una niña de 15 años, una máscara para protegerse de los olores y polvillo de una carpintería, la taza que se le quebró a una señora, la mesa de un niño en kínder y que ya creció, un peine de color café de un señor que se le cayó del bolsillo del pantalón... y así hasta llegar a la estación abandonada, ordenar los objetos y esperar a que algo suceda.




"Mudanza [Nochero]"
Video Performance
Color, sonido, 11'30"
Fontibón, Bogotá, mayo 26 de 2012
Proyecto para 4o Encuentro de Acción en Vivo y Diferido

En colectivo

"El extranjero"
Video acción
Color, sonido, 1'18"
Barrio Pandiaco, Pasto, junio de 2011
Proyecto "Transiciones" organizado por Tzitzi Barrantes

 




Todas las imágenes se proyectaban por la ventana de mi casa materna como una gran pantalla. El árbol de la esquina es un nogal que queda en la casa de doña Teresa. Los niños que iban a la escuela pasaban antes de la una de la tarde y recogían los frutos y luego los estrellaban en el suelo, a veces dibujaban en él, otras veces se los llevaban en los bolsillos, otras buscaban el hueso. Unas señoras recogían algunas ramas tiradas. El señor agarrado a unas cuerdas y al tronco del nogal con un machete. El andén verde encendido. Las rodillas y las manos sucias de los niño que van a la escuela.

No he visto en ningún otro lugar un nogal. Mi abuela me contó que sus frutos sirven para teñir la lana en agua hirviendo. Los mayores son aquellos que reconocen que un árbol es un extranjero y junto con las palabras de mi abuela recordé que el nogal de la esquina vino de otro lado.

En colectivo

"Navaja"
Video performance
Color, sonido, 6'15"
Colectivo Solanas
Andrea Aguía
Aura Raquel Hernández
Bogotá, agosto de 2010



"Aceitunas"
Video performance
Color, sonido, 5'14"
Colectivo Solanas
Andrea Aguía - Aura Raquel Hernández
Bogotá, mayo de 2010







"Soy una extraña"





I. VENTANA - PANTALLA

Izq. 26 de mis 29 años los he vivido en una casa muy cerca al antiguo matader municipal, a la iglesia del barrio y al río.

Der. Pisadas y mugidos del ganado. Gritos de los arrieros: llevaban perrero, botas llenas de barro y sangre y enormes cuchillos que colgaban de sus cinturas. Un toro montó por última vez a una vaca.

Der. Tres veces a la semana pasaba el ganado frente a la puerta de mi casa. A veces saltaban al antejardín mientras mis hermanos y yo corríamos a refugiarnos a la sala.

Der. Excremento de vaca a lo largo de la calle pavimentada.

Izq. Nunca vi cómo mataban una vaca. Sólo veía salir a las vecinas, al respaldo de la iglesia, con grandes baldes goteando sangre, una hora después que pasara el ganado por mi antejardín. Los perros pasaban con pedazos de colas, cueros y huesos. Carretas de caballos con pieles hacia las curtiembres.

Der. Salíamos una vez por semana a botar la basura al río. los cueros ensangrentados tenían después un color gris azulado y un hedor penetrante que provenía de las curtiembres encalladas al borde del río.

Der. Los bomberos pasaron frente a mi casa. Los vecinos salieron de sus casas a enterarse de la tragedia: una borracho se tiró al río.

Izq. cuando niños salíamos a jugar a los potreros que quedan al respaldo de mi casa. Los gallinazos se comieron a un caballo ahogado.





 "Tierra de Pasto" y "La memoria"
Acción
Duración 3'29"
Bogotá, diciembre de 2009





"La memoria"
Video
Color, sonido, 3'29"
Barrio Pandiaco, Pasto, septiembre de 2009








"Tierra de Pasto"
Video acción
Color, sonido, 3'29"
Barrio Bosa, Bogotá, noviembre de 2009


II. BUS VENTANA - PANTALLA

Der. Seis de la mañana. Un fuerte y desagradable olor me despertó. Anunciaba que estaba entrando a la capital.

Izq. Un inmenso espejo de agua, espeso y negro sobre la tierra tiene dueño. La primera vez que lo vi tenía un manto brumoso. En el centro del lago alcanzo a percibir la forma de un enorme eucalipto.

Der. El largo total del lago se podía medir en tiempo. La imagen se retuvo casi un minuto. Suficiente para sostener mi curiosidad y vovler.

Izq. Los enormes tubos desaparencen. Sólo me concentro en el lago.

Izq. Lote. Casa. Lote. Casa. Lote. Casa. Lote.

Der. El viento mueve las espigas de trigo verde de un lado a otro en ese gran pedazo de tierra. Al fondo unas montañas de perfil suave.

Der. El agua se empoza en gran parte de la extensión de tierra. Había unas matas enanas rojas, como quemadas, similares a las de un humedal. Al fondo una casa que parece la hacienda.

Der. "Prohibida la entrada a particulares". Hasta la mierda tiene dueño. Yo quiero jugar fútbol como aquellos que están ahí los domingos e ignoran las advertencias.

Izq. Vuelvo. Los niños juegan con una pelota verde que rebotaba contra nada en el lote. Todo lo demás es árido. La hierba negra cruje en cada paso que doy.

Der. No es un lago, es un embalse. Se ha extendido, el agua llega hasta el borde de la carretera cuando entro al pueblo. Seguramente amenaza en invierno. Una imagen perversa se me atraviesa: toda la muerte de la ciudad tocaría mis pies si llegara a crecer más.

Der. El embalse está seco. La tierra está craquelada. Mis botas amarillas se hunden. El barro me succiona. El sol me quema. el olor a podrido me llena los pulmones. No quiero estar ahí.

Izq. El agua negra vuelve a cubrir las huellas que aseguré dejar. O que el barro aseguró que dejara.

Der. Me prohíben la entrada. Voy a recoger agua. No me importa. Sé que es el lugar donde va a parar la muerte de toda la ciudad. Me regañana. Me obligan a salir de allí. No hasta que la recoja y la derrame en la carretera. Paso por ahí hasta limpiarlo con el borde del vestido.

Izq. Los patos se acercan a la orilla, el viento sopla generosamente, el aire parece frío. El agua tiene su propio movimiento, es amable y dan ganas de bañarse. Los barcos de vela se dirigen hacia la meta. Los competidores abrazan a sus mujeres, los trofeos brillan sobre la mesa. Todo está cubierto de un tinte azul que el sol se ha encargado de decolorar.







"Barro del Muña"
Acción (Registro)
Color, sonido, 1'35"
Embalse del Muña, Sibaté, septiembre de 2009.






"Aguas del Muña"
Acción (regristro)
Color, sonido, 5'33
Entrada San Benito por la carretera principal a Sibaté.
Sibaté, Cundinamarca, septiembre de 2009.



Imágenes de archivo
Embalse del Muña alrededor de 1970 (?)
Cortesía Leonel Vásquez


III. POR FÍN TE ENCONTRÉ

Der. Voy a buscar pan o leche después del almuerzo.

Izq. Debajo de un arbusto de una casa del barrio donde vivo está el hueso. Más bien dos huesos pegados todavía por cartílago. Un hueso de jamón serrano sólo se consigue en estos barrios. Antes, abundaban frescos. Éste está seco y marrón. De él todavía cuelda la pita. Me imagino la enorme nevera donde colgaba con el resto de los perniles.




"Hueso"
Fotografía digital a color, 81 cm x 108 cm
Barrio la soledad, Bogotá, junio de 2009.


IV. CÓMO HAGO PARA LLEGAR

Der. No me decido en qué estación bajarme. Sin embargo, en ambos costados se ven dos porciones grandes de vegetación alta y alcanzo a ver algo de agua.

Izq. Me emputa que nadie me acompañe. Todos están ocupados. Todos son hijos o hijas de alguien, o son padres o madres de alguie, o novios o novias de alguien en esta ciudad.

Izq. Ayer le pregunté cómo llegar pero no me atreví a pedirle que me acompañara. Sé que no cuento con esa persona. De la conversación por chat recuerdo sólo algunas intrucciones: me bajo en tal estación. Busco el peladero de árboles, busco los edificios.

Izq. Lo único que puedo hacer es sacar el pan y regar las migas cada tanto.

Izq. Decido virar a la izquierda. Cerca están los árboles que me dijeron. Me encontré a una señora que saca a pasear a su perra. Dice que me regrese hasta la entrada y me señala que el otro lado de la avenida se encuentra el humedal.

Der. Siempre me da miedo que se den cuenta que estoy perdida. Que no estoy en mis dominios. La avenida es larga. No lo fuera si no me hubiera confundido al bajarme en la estación incorrecta.




Der. Un par de vendedores ambulantes me lo confirman. Entro por una zona residencial muy bonita. Un olor desagradable es intermitente. No quiero imaginarme cómo es esto en invierno. El agua muerta podría entrar por las puertas de las casas de los ricos.

Izq. me excita confirmalo. Busco por dónde introducirme y alcanzar a ver el humedal. Encuentro una luz y trato de agacharme para que las ramas de los árboles no me toquen. Puedo llegar a un solo paso de la orilla húmeda cubierta de lenteja de agua. Unos papiros muy altos me tapan la vista y toda la extensión del humedal.

Izq. Cómo me gustaría ser liviana y caminar sobre la lenteja verde. Evitar hundirme. Veo que las puntas de mis zapatos están llenas de barro cuando me acerco a la orilla y me desanimo.

Der. Casas residenciales. Parque. Sacan a pasear a los perros. Los jubilados salen a pasear. Los niños salen a jugar.

Izq. Al final del recorrido encuentro un letrero que confirmaba que estaba en el lugar correcto: "Bienvenidos al Humedal de Córdoba".





"Gretel"
Acción (registro, secuencia de 300 fotografias aproximadamente)
Humedal de Córdoba
Bogotá, mayo de 2009


V. ORGÍA DE LIBÉLULAS

Der. Está al norte y es lo más lejos que he llegado en esta ciudad. Pero parece peor que el sur. Vendedores ambulantes, ruido por todas partes, música popular. Todos quieren vender más que los otros. El suelo está lleno de basura y escombros. Los buses intermunicipales se amontonan ahí.

Der. Tengo que mirar bien dónde me bajo. Debo estar pendiente de la variedad de plantas para hacer la visita.

Izq. Parque Cementerio Jardínes de Paz.

Der. Ahora el problema es atravesar la avenida y entrar al separador.

Izq. El camino está llenp de margaritas enanas de color amarillo, casi un tapiz en el centro. Los carros pasan feroces. El cielo es atravesado por los aviones de vez en cuando.

Izq. La lenteja de agua se hunde a mis pies. No puedo evitar pensar en los lixiviados del cementerio. La imagen perversa de tocar esos líquidos ha entrado en mis zapatos. Ha enronchado mis piernas,  y las libélulas de todos los colores revolotean a mi alrededor.

Der. Vuelvo. Sigue el mismo ruido, más intenso aún. Con la misma música popular por todos lados.

Izq. No es el mismo lugar. Pero me bajo en el separador. Y sigo caminando bajo el intenso sol.

Der. Las hojas están quemadas. No hay agua. Todo está podrido. Huele mal. Palos, llantas, botellas. Sólo escmbros se dejan ver cuando se acaba el agua.

Der. Las ratas sin cola se apoderan del lugar. A cada paso se esconden en sus madrigueras.

Izq. Un sauce llorón me sirve para escamparme del sol y dejar el agua. Ya no hay libélulas. Tampoco lentejas de agua.






"Trasplante (Agua sur / Agua norte)"
Video Acción
Color, sonido, 3'11''
Barrio Obonuco, Pasto, febrero de 2010 - Humedal de Torca, Bogotá, marzo de 2010


V. SEÑOR, ¿ME PUEDE LLEVAR AL MEANDRO DEL SAY?


Der. Llevo una guía. Sólo números. Líneas. Hasta cierto punto las calles son conocidas. Pero me dijeron que no me bajara del bus hasta que terminara la ruta, en un lote donde guardan los buses.

Der. Una señora me pregunta dónde queda la 13, le digo que también estoy buscando una dirección. Somo las únicas que estamos ahí.

Izq. El chofer me regresa en la misma ruta. Dice que eso queda al otro lado. El otro chofer se olvida de avisarme dónde bajarme.

Izq.  todo parece un pueblo incrustado en la ciudad. Las casas del centro son bajas. Los puestos de los vendedores impiden el paso.

Izq. El oficial de policía me pregunta que por qué voy sola. A continuación me dice que coja tal bus y me baje en tal lugar. Añade que él no se atrevería a ir sólo por allá.

Izq. El chofer del taxi me dice que no conoce ese lugar. Pero me lleva cerca del almacén Éxito, hasta llegar a una calle sin pavimentar. Los eucaliptos custodian el fondo atravesado por un río cuyo olor se atora en mi garganta.

Der. El lote tiene dueño: la empresa de acueducto. Los trabajadores no saben exactamente si ése es el meandro.

Izq. Otro río penetra el caudal de otro más grande. El agua espeja burbujea. Una golondrina planea cerca del agua.

Izq. El señor del taxi me dice que no me preocupe, que él me lleva. Se detiene cada tanto a preguntar a los lugareños dónde queda el meandro. El ruido desaparece mientras estamos por ahí. El bramido de los carros se oye a lo lejos.

Izq. Hay un tráfico terrible.

Der. Otra calle sin pavimentar. Los lotes empiezan a extenderse. Ahí está el parqueadero de las busetas.

Der. Atravieso el puente. El agua negra y espesa sigue burbujeando. Al fondo los eucaliptos. Una hacienda. Mi cuerpo tiembla cuando piso indecisa cada palo que compone el puente. El olor ya ha llenado por completo mis pulmones y mi estómago.

Izq. Parecen como unos bultos donde se alzan los papiros. El fondo del suelo está seco y a las vacas que andan por ahí les parece importar poco. Una bandada de aves blancas atraviesan el cielo. Y el silencio se impone.

Izq. Ven mi carencia. No mi autosuficiencia.


VI. ESPORA

Izq. Una señora curiosa me pregunta en Transmilenio qué llevo en la mano. Le respondo que llevo una bolita de tierra húmeda y que la voy a dejar al otro extremo de la ciudad.

Der. Perdí mi acento.








EXTRAÑAR (SE)

Mirar, chocar, ser (ajeno):

"No podía comprender estas mujeres de forma de globo inconcebible. Imposible imaginar forma alguna de su ser femenino en aquello que más bien parecía tres bolas superpuestas de menos a mayor de arriba para abajo, que entre el mujeril esbelto y grácil que hubiera visto en todas partes. Ni jóvenes ni viejas podrían distinguirse, todo el sexo me parecía uniforme e irreconocible (...) Pero qué curiosidad de ver cómo eran por dentro (...) Si el vestido de la gente femenina del pueblo causara repugnancia, más aún causaba la saya negra de cola, que arrastrando polvo y lodo, usaban las mujeres de sociedad, las que no se alzaban el traje para no mostrar el tobillo; el manto tapándoles la cara dejar veía apenas dos ojos que miraban yo no sé si con furia o con fiebre". [1.]

Yo podría ser una de esas mujeres que describe este cronista procedente del centro del país, vestida con una falda, arrastrándola por las calles de esta ciudad. Este hombre estaba acostumbrado a ver calles limpias y mujeres escrupulosas, no a las mujeres y a las calles de Pasto.







"Barrido"
Acción (Registro)
Color, sonido, 10'10"
Recorrido desde el portal Norte de Transmilenio hasta el centro comercial Santa Fé.
Bogotá, abril de 2009.


Acostumbrar: La mirada del nativo está acostumbrada. Quienes no lo somos vemos con otros ojos. Todo lo que observamos nos parece extaño: "Después de todo, la costumbre no es solo una manta de algodón que lo encubre todo. Es también un baño de fango, en el que resulta agradable revolcarse." [2.]


Hospedar, habitar (se): Reclamo un lugar seguro. El cuerpo me obliga a acostumbrarme,  a tolerar el deseo y el rechazo. Deseo una nueva morada, deseo habitarla. Pero el cuerpo rechaza este nuevo olor, estos nuevos colores, estos nuevos sonidos. Este suelo me parece inestable, no me produce confianza echar raíces aquí.

Observar, extrañarse:

"Alrededor de las tres escuchamos desde el patio, donde nos hallábamos sentados, un ruido ensordecedor en las calles y el grito de '¡Creciente! ¡Creciente!' Salimos y vimos a la gente corriendo hacia el puente cercano a nuestra casa, donde pronto se reunió una multitud. De una corriente insignificante, el hilo de agua se transformó súbitamente en un torrente vigoroso, lleno de barro, que se llevaba por delante cuanto encontraba a su paso. Los caballos eran arrastrados, las gallinas flotaban, varias personas se ahogaron en sus casas y muchas apenas lograron escapar con vida. Toda la ropa que había en las orillas fue barrida por completo y una pobre mujer perdió varias docenas de camisas de hombre que estaba almidonando." [3.]

De cierta manera, Bogotá se me reveló bella al principio. Con su fisiología húmeda y extraña, cmo a esta Lady que pudo ver con ojos de mujer las camisas almidonadas que se llevaba el río. Un cronista como Humboldt nunca escribiría esta clase de cosas, mucho menos de la ropa que lavó una mujer y se la llevó la creciente.

La humedad se empoza, luego de escapar por las montañas, en esta ciudad que parece una batea:

"La razón de esta sorpresiva creciente es la gran cantidad de agua acumulada en las montañas que finalmente, buscando salida arriba del Molino de Agua Nueva se desborda con fuerza irresistible. Y como en su curso pasa por donde se lava y se seca mucha ropa de la ciudad, ¡infeliz presagio para aquellos cuyas pertenencias estén expuestas a esa corriente voraz!" [4.]



Desplazarse, estar (entre la multitud): El cuerpo debe recuperar la memoria del primer lugar en el que se emplazó mientras se desplaza por un lugar desconocido. Sin embargo, un extraño puede vovlerse un paseante ocioso. Puede asentarse, ser huésped, hacerse vecino, pude esperar el momento de la partida o construir su morada. Puede pasear obligado, puede también disfrutar del paseo o rehusarse, como la tía Mercedes o la tía Victoria:

"los transeúntes las fueron guiando por esas cuadras de viejos edificios de oficinas, de locales de comercio, de restaurantes y puestos de fritanga, por las que entre los empleados y los clientes transitaban carteristas y raponeros, camorristas malhablados, cachifos sin oficio, mercachilfes de la calle doce, esmeralderos de la catorce, piperos de la carrera trece, putas de poca monta, jugadores de dado, tahúres de billar, gamines patoteros, serenateros trasnochados, chulos de copera, cafres patilludos, camajanes descamisados, vendedores ambulantes, revendedores de joyas, detectives sospechosos, anunciadores ungüentos, culebreros alharaquientos, timadores de bolita, calanchines de timadores, echadores de suerte, politiqueros sin puesto, traficantes de chucherías, cascareros atarvanes, cantantes de la calle, pregoneros de felicidad, compradores de botella y cuchilleros camuflados." [5.]


Pasará mucho tiempo antes de sentirme como un flâneur.


NO SOY UN PEREGRIN, NO SOY UN PASEANTE, 
NO SOY UN VAGABUNDO, NO SOY UN TURISTA

La llegada del forastero siempre es intrusiva en el nuevo lugar. Resulta difícil mantenerse inmune, no dejarse permear por él. Toda partida implica un cambio, una molestia, voluntaria o involuntaria. La postura corporal cambia. Si antes se llevaba la cabeza en alto mientras se cruzaba la calle, en el nuevo territorio el cuerpo se encorva y los ojos se clavan en él, porque está sin dominar. Todo es diverso y la identidad se vuelve indecisa, se duda de ciertas cotumbres, como el acento o la manera de hablar para intentar una comunicación aceptable, aún con quienes comparten la misma lengua materna.

¿Cómo contener la identidad si se dispersa como una espora? Descubro que la identidad es un juego, una negociación constante del "yo", para ser otro y participar del "yo me diferencio de usted", pero también "puedo parecerme a usted", porque como explica Flusser "el expulsado amenaa la 'naturaleza particular' de los nativos originales." [6.]

La identidad es una herida abierta mientras no se asimile el nuevo lugar. Con el tiempo y la costumbre se llega a recuperar la tranquilidad, se aprende en el "entre" de dos espacios: el que se deja y el de llegada, destino al cual, sin embargo, no termina de llegar porque "Una vez que se está ahí sigue siendo extranjero, y mientras siga siéndolo, en lugar de simplemente 'naturizarse', su llegada no cesa: él sigue llegando y ella no deja de ser en algún aspecto una intrusión: es decir, carece de derecho y de familiaridad, de acostumbramiento. En vez de ser una molestia, es una perturbación en la intimidad." [7.]

El desplazamiento por este espacio indeterminado activa dificultades como la de olvidar el destino, la de querer estar en otro lugar donde se está mejor o la de sentir que nunca se ha llegado al lugar deseado. La experiencia del caminar podría equivaler a la de un peregrino que anhela el lugar de llegada y lo convierte en una morada que le tienta a quedarse. El peregrinaje es el acto de abandonar el hogar y conferirle dignidad al hecho de romper las raíces que le atan, para sentirse verdaderametne un ser humano:

"El peregrinaje es lo que hacemos por necesidad, para evitar perdernos en un desierto; para conferir una finalidad al caminar mientras vagamos sin rumbo por la tierra. Al ser peregrinos, podemos hacer más que caminar: podemos caminar hacia. Podemos reflexionar sobre el camino pasado y verlo como un progreso hacia, un avance, un acercamiento a; podemos distinguir entre 'atras' y 'adelante', y trazar el 'camino por delante' como una sucesión de huellas que aún tienen que marcar como cicatrices de viruela la tierra sin rasgos." [8.]

El acto de caminar por otros parajes puede traer a la conciencia la identidad que otorga sentido al errar por el mundo. Deja huellas que dan forma a lo informe, permite sentir la distancia entre el momento presente y lo que está por alcanzar, entre el espacio y el tiempo en los que se halla la insatisfacción del aquí y ahora: "El espacio es una función del tiempo" y "Aquí está en espera, 'allí' está la gratificación" [9.]

Debería haber un mundo hospitalario para los peregrinos, para los constructores de su propia identidad, en el que las huellas de sus pies queden grabadas para siempre a fin de mantener el registro de viajes pasados. Pero preservarlas en el tiempo es una batalla perdida, puesto que el mundo se ha hecho flexible igual que la construcción de la identidad. El suelo que pisamos para asegurarnos de dejar una marca, a pesar de ser húmedo o buscarlo así, no la conserva.

No soy peregrina, pero el deso y el rechazo me movilizan. Nunca se está mejor aquí o ahora. La expextativa siempre fue la espera de la hospitalidad. El fracaso acompaña de la mano a las expectativas, en un intento por preservar lo que se tiene, por jurar lealtad a algo o a alguien o por hacer que el pasado pese sobre el presente como una maleta que se llena de cosas y que puede resultar incómoda, para terminar hipotecando el futuro. Se fracasa en la pretención de no apegarse emocionalmente a las personas, a los lugares, a las cosas y a un estilo de vida. He cambiado y la identidad puede ser un lastre que no deja avanazar. Desde este punto de vista el "entre", el recorrido efectuado, el lugar de partida y el de llegada, incluso el nuevo lugar por desear, se fragmentan en una dimensión temporal:

"El resultado global es la fragmentación del tiempo en episodios, cada uno de ellos amputado de su pasado y su futuro, cerrado en sí mismo y autónomo. El tiempo ya no es un río, sino una serie de lagunas y estanques." [10.]

No soy un flâneur aunque trate de camuflarme como un extraño más ente quienes son extraños para mí, a fin de no llamar la atención. El único sosiego ha sido experimentar el hecho de ser una "feliz anónima"; nadie me conoce en esta ciudad, posiblemente nunca me encontraría con un conocido. Pasó al principio, aunque en el fondo deseaba que alguien conocido me reconociera y se acercara a darme un abrazo cuando lo necesitaba. Siempre imaginaba estos encuentros y en cómo cambiaría el destino de ambos. El avanzar hacia algún lugar puede ser una tarea estoica, contraria a la del paseante que disfruta su recorrido y emplaza su agrado en el lugar, puesto que muchos lugares se hicieron para el ocio pero no para morar en ellos. Y el ocio es efímero.

Tampoco soy una vagabunda, pero transité por lugares donde el paso está prohibido. Como extraña, el desconocimiento hizo que ignorara los peligros del paso, así como los medios para llegar. Dudo que alguna vez llegara al lugar deseado con las indicaciones que me dieron. Los límites de espaciar un lugar tenían que ver con la determinación de estar lo más cerca de éste, pero no propiamente emplazada en él, puesto que tenían la ambivalente cualidad de deseo y rechazo:

"Cada lugar es para el vagabundo una parada transitoria, pero él nunca sabe cuánto se quedará allí; dependerá de la generosidad y paciencia de los residentes, pero también de las noticias de otros lugares capaces de despertar nuevas esperanzas (deja a sus espaldas las esperanzas frustradas y las esperanzas no confirmadas lo empujan hacia adelante)". [11.]

El hogar puede ser un lugar de reposo, puede ser habitual, de uso acostumbrado con el tiempo, pero no propio, sin llegar a pertenecernos. Casi nunca digo "vamos a mi casa", no me pertenece, en cambio digo "...en la casa donde vivo..."; y el correo suele llegar a la casa de mis amistades más cercanas.

"Donde vaya el [vagabundo] es un extranjero; nunca puede ser 'el nativo', 'el asentado', alguien con 'raíces en la tierra' (está demasiado fresco el recuerdo de su llegada, es decir, del hecho de que antes estaba en otra parte). Alimentar un sueño de afincarse sólo puede terminar en la recriminación mutua y la amargura. Es mejor, por ende, no acostumbrarse demasiado al lugar. Y después de todo, está la tentación de otros sitios aún no visitados, tal vez más hospitalarios y sin duda en condiciones de brindar nuevas posibilidades. Atesorar el propio desarraigo es una estrategia sensata, que da a todas las sensaciones un aroma de 'válidas hasta nuevo aviso', permite mantener vigentes todas las opciones e impide hipotecar el futuro. Si los nativos dejan de entretener, siempre se puede tratar de buscar otros más divertidos." [12.]

No soy turista, pero practico el "turismo por necesidad". La experiencia de conocer otros lugares puede ser agradable. O puede se obligada y provocar el miedo a perderse. El turista está atento a lo extraño que ya no asusta porque está domado, domesticado, porque está incluido en el paquete de algo nuevo que se puede abandonar cuando se quiera. No conozco toda esta ciudad, pero cuando visito un nuevo lugar estoy atenta a eso que por no ser nativa me puede llamar la atención y no pasar desapercibido. Incluso también me puede resultar familiar, o tal vez deseo que se me haga familiar. Todo es un problema de mirada.

Aquí las calles desconocidas pueden agotarse y los lugares pueden dejar de ser extraños dependiendo con la frecuencia con que los habitemos. Pero si los dejamos, y duele dejarlo, es porque nos estamos arraigando. Volver al lugar de origen también se tiñe de extrañeza: sus calles ya no se dibujan tan nítidas como antes.




"Línea"
Objeto. Dimensiones variables.
Escombros recogidos en la calle 26. Bogotá, abril de 2010.




Citas:

[1.] PEREIRA GAMBA, Benjamín, 1919: 228. Citado por Eduado Zúñiga Erazo en Nariño, Cultura e ideologría. Pasto: Universidad de Nariño, Gobernación de Nariño, Alcaldía Municipal de Pasto, Fundación para la Investigación y el Desarrollo de Nariño, 2002. Ps. 298 - 299.

[2.] Vilém Flusser, "Exilio y creatividad" en Sobre el Arte, seminario

[3.] CARNEGIE-WILLIAMS, Rosa. "Un año en los Andes o una aventura de una lady en Bogotá" en ROJAS OROZCO, Rodrigo. Humedales en la Sabana de Bogotá: una mirada histórica durante los siglos XV a XIX. Bogotá: Alcaldía Mayor, 2000. P. 59

[4.] Íbid. P. 59.

[5.] FAYAD, Luis. Los parientes de Esther. Bogotá: Editorial La Oveja Negra, 1984.

[6.] Op. cit. FLUSSER, Vilém

[7.] NANCY, Jean-Luc. El intruso. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 2006. P. 12.

[8.] BAUMAN, Zygmunt. "De peregrino a turista, o una breve historia de la identidad" en Cuestiones de identidad cultural. HALL, Stuart y Paul du Gay (comps.) Buenos Aires: Amorrortu Editores, 2003. P. 46.

[9.] Ibid., P. 47.

[10.] Ibid., P. 52.

[11.] Ibid., P. 57.

[12.] Ibid., P. 57 - 58.







Montaje de tesis "Soy una extraña"
Proyectos de Tesis Quinta Cohorte
Maestría en Artes Plásticas y Visuales
Facultad de Artes
Universidad Nacional de Colombia
Edificio de Diseño Gráfico 217, salón 112
Julio 29 - Agosto 6 de 2010